Si bien existen varias definiciones al respecto tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista técnico, lo que nosotros entendemos por industrialización en el contexto actual, consiste en la transformación de una empresa manufacturera, mejorando todos los aspectos de su actividad para “pasar de ser un taller a ser una fábrica”.
Los motivos por los que una empresa decide industrializarse pueden ser variados, pero principalmente nos encontramos dos:
- Conseguir una ventaja competitiva: Aquellas empresas que hayan sido capaces de industrializarse a un ritmo más rápido que sus competidores, podrán incrementar su posición de fuerza dentro del mercado en el que operan, tomando una posición más ventajosa con respecto al resto.
- Supervivencia: Hay diversos sectores, como por ejemplo el de automoción, en los que tradicionalmente, influenciados por economías de escala y un modelo de negocio basado en el volumen de ventas, están forzados a mejorar constantemente su competitividad para garantizar la viabilidad de su negocio. Dichas empresas dependen directamente de su capacidad de inversión y de innovación para sobrevivir.
¿En qué consiste la industrialización?
Para una empresa, el principal objetivo de la industrialización consiste en conseguir una organización óptima y convertirse en una maquinaria perfectamente engrasada, donde todos sus procesos funcionan a la perfección, para pasar de ser un taller para convertirse en una fábrica.
La industrialización supone una verdadera transformación. La magnitud de los cambios a los que debe someterse es tan amplia que puede convertirse en una auténtica pesadilla si no se hace con los medios necesarios.
Por una parte, está claro que se necesitan medios económicos, pero lo más difícil consiste en disponer de las personas y los conocimientos que permitan tomar las decisiones correctas a la hora de planificar y acometer esos cambios.
No se trata únicamente de dotar a una fábrica de mejores instalaciones y más maquinaria. De hecho, se consiguen mayores beneficios trabajando en mejorar la organización industrial. Esto implica analizar en profundidad las cualidades y defectos de la empresa, hacer una foto de la situación en la que se encuentra para poder valorar su cadena de valor. Conocer perfectamente los puntos fuertes y los puntos débiles, así como identificar lo que aporta valor y aquello de lo que se puede prescindir, es la herramienta más valiosa para poder definir lo que hay que cambiar, cuánto hay que cambiar y cuándo se quiere cambiar.
Contexto social y geopolítico de la industrialización. Oportunidades de negocio.
Actualmente, la sociedad está experimentando una revolución tecnológica que está cambiando fundamentalmente la forma en la que vivimos, consumimos, trabajamos y nos relacionamos.
Tal es el impacto y la envergadura de estos cambios, que la transformación que se está produciendo será diferente a todo lo que la humanidad haya experimentado antes. Todavía no sabemos cómo se desarrollará, pero una cosa está clara: la respuesta debe ser integrada y exhaustiva, involucrando a todas las partes interesadas de la política mundial, desde los sectores público y privado hasta el sector académico y la sociedad civil.
La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes históricos. Si echamos un vistazo atrás y comparamos las revoluciones industriales anteriores con esta cuarta revolución que estamos viviendo, esta última evoluciona a un ritmo exponencial en lugar de lineal y está alterando casi todas las industrias en todos los países. La amplitud y profundidad de estos cambios presagian la transformación de sistemas enteros de producción, gestión y gobierno.
Las posibilidades que se presentan ante miles de millones de personas conectadas por dispositivos móviles, con un acceso al conocimiento sin precedentes, son ilimitadas. Estas posibilidades se multiplicarán, impulsadas por los avances tecnológicos emergentes en campos como la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las cosas, los vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de los materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica.
La coyuntura económica actual es tremendamente favorable a los procesos de industrialización, generando numerosas oportunidades de negocio.
Los efectos de la pandemia mundial por COVID-19 han dejado patente la necesidad de redefinir toda la cadena de suministro, lo cual está convulsionando fuertemente los mercados.
La industria necesita adaptarse con rapidez a una nueva realidad en la que la que la globalización se está desmoronando. La distribución está mostrando sus limitaciones y la crisis de suministros está afectando a los países y las economías a nivel geopolítico.
La tendencia hacia la que nos movemos es la de relocalizar las industrias, para producir allá donde se encuentre el cliente final. Las empresas que dependían de semielaborados fabricados en el extranjero se están planteando producirlos en su país de origen.
Los modelos de negocio basados en mano de obra barata están obsoletos, lo cual fomenta la creación de industrias modernizadas, en las cuales los procesos de poco valor añadido son reemplazados por maquinaria moderna y una organización industrial optimizada.
Vivimos en un mundo cambiante, donde la incertidumbre no para de crecer, y donde los tiempos de reacción son cada vez más cortos. La industrialización no solo supone una ventaja, sino que se ha convertido en una necesidad para nuestras empresas. Aquellas que se adapten tendrán futuro, pero las que no lo hagan estarán abocadas a desaparecer.
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